Estoy aquí en el World trade center y desde lo alto el mundo se ve pequeño, más no insignificante...
Antes de subir al abservatorio, el guía nos decía, que luego de el colapso de la Torres gemelas en el 911, se recuperaron objetos, que por alguna razón no se destruyeron o calcinaron, objetos como un lapiz, un zapato, un frasco de perfume, clips y cosas por el estilo y yo me pongo a pensar, el porque conservar, dichos objetos. Pero al examinar mi propia vida, hoy en la víspera de mi cumpleaños y me doy cuenta, que yo conservo cosas así, un frasquito de una loción que guarda la ilusión de quien lo regalo, un crusifico de madera, una biblia, los primeros dibujos y garabatos de mis hijos, algunos juguetes, algunos discos de acetato, cintas en VHS en fin...Y los conservo, porque de alguna forma, guardan no sólo el recuerdo, sino también la huella de quienes lo tocaron o usaron y porque en la vida, son las cosas cotidianas y sencillas, las que al final le dan sentido y significado a lo vivido.
No las conservo, porque no quiera soltar el pasado, pues comprendo que voy en cuenta regresiva y en la vida hay que ir soltando, dejando ir...Pero sin esos recuerdos, sin esas memorias no sería lo que soy, mis valores serían distintos y quizás también mi forma de pensar y sentir.
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